El dios Apolo, orgulloso de
su hazaña tras acabar con la serpiente Pitón con su arco y sus flechas, al encontrarse
con el aniñado Eros, que portaba su diminuto arco, se mofó de él. El dios del
amor, enfadado por las burlas del soberbio Apolo, le lanzó una flecha de amor a
éste y otra de desamor a la bella ninfa Dafne. Tras ello, Apolo, loco de deseo,
perseguía a la joven ninfa, por lo que esta pidió ayuda a su padre, Peneo, el
cual conmovido por la petición de su hija la transformó en árbol de laurel. Apolo,
dios de la música y de la poesía, en honor a este amor convertiría al laurel en
su árbol sagrado y, desde entonces, los atletas, músicos y poetas triunfadores
en los juegos se coronarían con hojas de laurel en conmemoración al amor del
dios hacia su desdichada Dafne.
Este bello mito ha sido
representado en el arte en múltiples ocasiones, pero quizás la más destacada haya
sido la escultura que realizó en el siglo XVII Gian Lorenzo Bernini y que se expone
en la Galería Borghese de Roma.
La obra de Bernini,
realizada en mármol y de gran tamaño, permite valorar la extraordinaria maestría
del autor para plasmar las diferentes texturas (piel, cabellos, corteza del
árbol, telas…) y para captar el instante fugaz en que se está produciendo la metamorfosis
de Dafne. El realismo de las figuras, el dramatismo en la expresión de la ninfa
al sentirse alcanzada por Apolo y transformada, la sorpresa de Apolo, el uso
expresivo de luces y sombras, la sensualidad, el movimiento, la original composición…
son los ingredientes maravillosos que componen esta extraordinaria obra de
arte.
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