
Tras la Batalla de Centla ocurrida el 14 de marzo de 1519, el cacique de Tabasco, tal y como era costumbre entre los indios obsequia a los vencedores, con 20 mujeres, entre las que se hallaba Malinche, algunas piezas de oro, y un juego de mantas. Tras ser bautizada, Cortés la regala a uno de sus capitanes, Alonso Hernández Portocarrero, natural de Medellín; pero al descubrir el conquistador que Malinche habla náhuatl empieza a utilizarla como intérprete, junto a Jerónimo de Aguilar, a quien Cortés libera de un largo cautiverio en manos de los mayas. Pronto aprende también castellano y se convierte en un elemento clave de la conquista, ya que no sólo prestó servicio como intérprete, sino que también asesoró a los españoles sobre los nativos y, posiblemente, realizó tareas de estrategia y diplomacia fundamentales durante la conquista del imperio azteca. Así el mismo Cortés llegó a afirmar que “después de Dios, debemos la conquista a Doña Marina”.
Se dice que tras reencontrarse con su madre y su hermanastro los perdonó.Tuvo un hijo de Cortés, Martín, primogénito pero ilegítimo (legitimado posteriormente); luego el conquistador daría el mismo nombre a su primer hijo legítimo, que tuvo con Juana de Zúñiga. Finalmente, Cortés casó a Malinche con un hidalgo, Juan Jaramillo, natural de Zafra, de quien se sabe que ella tuvo otra hija, María Jaramillo. En 1529 existe constancia de la muerte de Malinche, posiblemente de viruela.
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