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martes, 29 de junio de 2010

Un poco de..., por favor

Estos días con la sentencia sobre el Estatut veo que aparecen en los medios declaraciones incendiarias de algunos responsables y líderes políticos, que a mi entender cometen dos errores fundamentales. Primero, no demuestran con esas declaraciones talla política alguna y no son conscientes de las consecuencias que puedan derivarse de ellas. No entiendo que personas que ocupan estos puestos de relevancia no demuestren la serenidad ni la capacidad de análisis que se requiere en estos casos. Lo fácil es caer en el populismo. Segundo, en todo Estado hay unas reglas que han de respetarse, sin las cuales no es fácil sustentar el mismo. Es igual que en un partido de fútbol, en el que los jugadores saben que no pueden tocar el balón con la mano y en los que el árbitro es la figura que establece cuando algún jugador contradice dichas normas. Así, en nuestro país, existen unas normas y unos árbitros que son los que deciden cuando la actuación es o no es correcta. Si no respetamos esto, apaga y vámonos. Esto lo saben unos y otros y por eso se inició una campaña de desprestigio de los miembros del Tribunal Constitucional, el árbitro, -otra cuestión será cómo son elegidos sus miembros, que sería otro asunto a discutir-. Si no respetamos estas reglas, se puede llegar a que cada uno quiera hacer según le convenga en cada caso y, tras ello, quién respetará a ningún tipo de institución. Esos a los que no les gusta la sentencia del Estatut, que han sido elegidos siguiendo las reglas establecidas y que representan una serie de instituciones, cómo pueden pedir entonces respeto a sus decisiones.
Ayer escuchaba algo que me pareció muy interesante, en otros estados, incluso federales, como Alemania, EE.UU., Brasil, Suiza... existe una lealtad y una unidad en torno a la nación, que no existe en nuestro país (o por lo menos no en algunos dirigentes políticos). ¡Quizás sea hora de sentarnos y establecer la idea de nación que queremos! Si alguien no quiere continuar jugando con estas reglas y a favor de este país, puede ser oportuno darle la posibilidad de que vaya por otro camino. Entendiendo por nación aquella que reúne a los ciudadanos que se identifican con la misma, quizás sea hora de refundar España desde esta idea de solidaridad e identidad. La fuerza está en los ciudadanos, pero no sólo cuando a mi me interesa, sino siempre, para lo bueno y para lo malo.
Necesitamos políticos que miren más allá de sus afanes personales, personas con talla política, con visión de Estado y con responsabilidad hacia lo que representan.

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