Patria es una novela con mayúsculas, que a
mi entender tiene varios aciertos: la organización de los capítulos, que
permite ir del presente al pasado y viceversa sin perder un ápice el transcurso
del relato; la historia, que te engancha, siendo al fin y al cabo un relato de
la vida de los miembros de dos familias; también, la descripción del entorno
donde transcurre la historia, que permite entender mejor los hechos; y, por
último, la finalidad de la misma, que no es más que hacernos entender la
sociedad vasca y el entorno de violencia generado en el pasado reciente como
consecuencia de la acción de la banda terrorista ETA. Lo mejor de todo, es que
nos introduce hábilmente en ese contexto del pueblo, donde la presión social,
los lazos familiares y las amistades son capaces de generar violencia hacia
aquellos que son etiquetados como diferentes. Frente al pueblo, cerrado e
intolerante, aparece la capital, San Sebastián o Bilbao, donde es posible ser
diferente, donde se vive en el anonimato y con mayor libertad.
Toda violencia, sea la
nacionalista, religiosa, étnica, ideológica o de cualquier índole son fruto de
la incultura y la cerrazón, y se puede ejercer con las armas o con el silencio
y la marginación; ser valiente, dar la cara, pensar por uno mismo y ser libre
es difícil, si se quiere pertenecer al grupo. Aramburu nos transmite todo esto
y nos permite comprender lo fácil es caer en estas situaciones de violencia
activa o pasiva.
Finaliza el libro con un toque de esperanza para la reconciliación de la sociedad vasca y la normalización de unas relaciones que enfangó el nacionalismo radical y consintió el nacionalismo más moderado.
Finaliza el libro con un toque de esperanza para la reconciliación de la sociedad vasca y la normalización de unas relaciones que enfangó el nacionalismo radical y consintió el nacionalismo más moderado.
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