Sr. Presidente del Gobierno, permítame expresarle mi opinión, creo que nos estamos equivocando con la política que estamos llevando a cabo.
Mire, yo no entiendo mucho de macroeconomía, pero creo que debe ser, a escala, como el llevar a cabo la economía de cada hogar. Para las familias españolas (y de todo el mundo) es fundamental tener lo necesario para comer y vestir, y para eso hace falta trabajo; además, el trabajo es fundamental para que cualquier persona se sienta feliz consigo misma. Y, en estos momentos, muchos millones de españoles se sienten frustrados, se acuestan cada noche echando cuentas de si podrán ir a comprar al “super” mañana, si podrán pagar la hipoteca este mes, si le cortarán el teléfono… y, eso, no es vida.
Ya sé que usted sabe esto, y créame que siento hasta cierta empatía con usted, la responsabilidad y el afrontar los problemas del país es difícil; pero, eso ya lo sabía cuando se metió en esto. También sé que muchos de los problemas les vienen heredados por no haberse solucionado por el gobierno anterior; pero usted debería haberlo tenido previsto. También sé que le han crecido los “enanos” y que muchos de sus amigos que dirigían comunidades autónomas o entidades bancarias le han hecho un flaco favor; pero… sepa usted que en nuestras casas también nos surgen imprevistos: se nos estropea la lavadora, se nos avería el coche, tenemos alguna celebración, etc. que se sale de lo habitual; pero, intentamos, con sentido común, no gastar más de lo que ingresamos, o como mucho, en casos de urgencia te puede echar una mano la familia o recurrir a un préstamo (si te lo dan). En su caso, sé que la familia europea no es muy espléndida, es más bien egoísta, y los que nos prestan el dinero son más usureros y especuladores que otra cosa; pero ya le digo que no teníamos que haber despilfarrado ni gastado más de lo que teníamos.
Siguiendo con las cuestiones básicas de nuestras casas, después de la alimentación y el vestido, las familias queremos que si nos ponemos enfermos seamos atendidos por una sanidad de calidad; también, deseamos que nuestros hijos reciban la mejor educación posible y que nuestros mayores, minusválidos, dependientes… tengan garantizada una adecuada atención a sus necesidades por parte de unos buenos servicios sociales. Estos son fundamentos de cualquier Estado porque son esenciales para cualquier familia (al menos europea). Por tanto, creo que no vamos bien si nos cargamos el estado de bienestar y lo público. Porque los servicios públicos son aquellos que garantizan la igualdad social. Pero, si cree que con ello coarto la libertad de algunos (de los que más tienen y de la iniciativa privada), soy partidario de la existencia de servicios también privados, para que aquellos que lo quieran se lo paguen; pero que, en ningún caso, compitan, en ocasiones con la aportación de fondos estatales, con los servicios públicos.
Ya sé, Sr. Presidente, que es necesario y conveniente racionalizar los servicios públicos, pero eso no tiene nada que ver con cargarse lo público para potenciar lo privado.
España está enferma, Sr. Rajoy, y le estamos equivocando la medicación, no se deje aconsejar por malos profesionales, tómele el pulso, nos falta inversión pública, crédito, confianza para incentivar la inversión, el ahorro y el gasto que reactiven la economía y creen empleo, que a su vez generarán mayor recaudación de impuestos (esto, que es una simpleza, es cierto; además, creo que se lo escuché decir a usted en algún debate público antes de ser Presidente)…
Para ello, es necesario un gran pacto que ponga a trabajar a todos en la misma dirección, hay que generar acuerdos entre todas las fuerzas políticas y sociales del país, diagnosticar los problemas con claridad, establecer unos objetivos claros y unas medidas concretas para conseguirlos, y que sean conocidas por todos los españoles.
Perdone, mi atrevimiento de profano en la materia, pero algunos objetivos creo que están claros: generar empleo, mediante la inversión pública y obligando a las entidades financieras a facilitar el crédito; sanear el sistema financiero e imponerles reglas, eliminando entidades ruinosas y mal gestionadas y depurando responsabilidades; establecer pactos con diversos países de la Unión Europea, en situación parecida a la nuestra, que nos permita tener más fuerza en Europa, mejorar las instituciones y la eficacia en la toma de decisiones de la Unión y conseguir un cambio en la política de austeridad a ultranza, sin nada más; generar confianza a los inversores, estableciendo una línea política clara, de unidad nacional y que cuente con el respaldo europeo…; aumentar los impuestos a las grandes fortunas y a los que más tienen (y que no siempre paguen las crisis los mismos, los de abajo); mejorar la eficacia del servicio de recaudación de Hacienda, persiguiendo a los defraudadores; recortar el gasto público superfluo y dignificar la política, como servicio público y no como medio para medrar y conseguir dinero (eliminar instituciones que no son necesarias o que hacen el mismo trabajo que otras, asesores que hacen el trabajo del político, subvenciones y programas vacíos e innecesarios, coches oficiales, prebendas…); racionalizar la administración y los servicios públicos, sin atacar a los empleados públicos, que trabajan mucho y bien; mantener el actual sistema de bienestar, garantizando un sistema sanitario, educativo y unos servicios sociales públicos y de calidad; etc.
Otra política es posible, Sr. Rajoy, tenga el coraje de dar un cambio, de plantar cara a quien se lo impida, de buscar el consenso. Es cuestión de vida o muerte, España tiene el pulso débil, no acabe con ella, revitalícela, cuenta con todos los españoles, que trabajamos día a día para sacar adelante a nuestras familias y a nuestro país.
Fdo.: Sebastián merino Muriana
Imagen tomada de : vicenteluisrubio.blogspot.com
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