El pintor y grabador extremeño
contemporáneo Eduardo Naranjo representa el llamado realismo mágico onírico,
aunque a él no le gusten las etiquetas. Su extraordinario dominio del dibujo,
su calidad técnica, su detallismo, sus reflejos, su luz, sus desnudos… sus
pinturas parecen auténticas fotografías, pero mejoradas, pues tienen un valor
expresivo extraordinario. A mí sus obras me transmiten soledad, nostalgia, ternura,
belleza y retazos de un tiempo pasado. Son auténticas poesías en forma de
imágenes.
Fue en mis años de estudiante de
Historia en Cáceres cuando conocí su obra, y me impresionaron, pero me
reencontré con él cuando con mi compañero Jose Jerónimo hicimos esas visitas
con nuestros alumnos al Museo de Bellas Artes de Badajoz, donde se exhibe
alguna de sus obras, que no pasaron desapercibidas para nuestros alumnos.
Sin caer en un chovinismo irracional,
me siento muy orgulloso de que Naranjo sea extremeño y creo que sus vivencias
en nuestra tierra han perfilado esa personalidad artística tan genuina.
Entre
los hiperrealistas españoles podemos destacar a Antonio López o Pedro Campos y
a nivel internacional artistas como Diego Fazio, Jason Degraaf o Hilo
Chen entre otros. Algunas de sus obras parecen auténticas fotografías.
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