Llego a clase de uno de los
cursos de la primera etapa de la ESO. Entro cargado de entusiasmo, porque el
tema que vamos a dar creo que les va a gustar, quiero trasmitirles mi pasión
por ese tema. Voy cargado de recursos para explicárselo, el pendrive con una
presentación que me ha llevado más de tres horas preparar, varios documentales
breves que explican visualmente algunos aspectos del tema y que seguro que les
sirve de motivación… un librito que me compré en el que vienen curiosidades
sobre el tema, que seguro que ayuda a despertar su interés y en el que he
seleccionado determinadas páginas para leérselas en clase. Llevo también un
esquema que les pondré en la pizarra y que me servirá para centrar su atención
y explicarles el tema sin que se me pierdan…
En clase me encuentro un
grupo de muchachos dóciles, pero desmotivados, faltos de las mínimas
capacidades lectoras y escritoras para comprender un texto, muchos de ellos
repetidores, otro grupo con dificultades de aprendizajes, de distinto tipo,
algún alumno hiperactivo… casi todos habladores, faltos de saber estar en clase
(no se sientan adecuadamente, hablan sin permiso…), pero voy bien armado de
recursos como digo y, a pesar de los pesares y de tener que atender a veinte
niveles diferentes, creo que les engancharé con mi explicación…
Comenzamos la misma, les
pongo un documental atractivo para que se sientan interesados por el tema, les
leo unos párrafos del libro con curiosidades, pero ¡bah!, veo a uno que enreda
con algo bajo la mesa, otro que habla con el compañero, aquella que mira por la
ventana a los que están en el patio, en la clase de educación física; aquel
otro que hace dibujos en la libreta… Bueno, no te desanimes, no pasa nada, a
este que tiene una vena artística lo engancho diciendo que tienen que
realizarme una portada con un dibujo del tema, al otro que es muy manitas
mandándole un trabajo manual… Ánimo, seguimos con la explicación tengo a un
grupito enganchado… una mano que se me levanta, seguro que es para una pregunta
interesante sobre el tema “¿puedo ir al servicio?”. Mi gozo en un pozo, pero no
me desanimo, ¡No!, “¿es que no me aguanto?”, ¡que no!... Seguimos, otra mano
levantada, ahora sí, esta niña es buena, seguro que es una pregunta
interesante…, pero su pregunta es para saber qué significa “límite”; bueno, se
lo explico…Otra interrupción, pero retomo la situación haciendo una pregunta
sencilla a uno de ellos para captar su atención, su respuesta es la típica para
salir airoso de mi inesperada embestida diciendo que él no se entera, que se lo
explique de nuevo. Con toda la santa paciencia, se lo vuelvo a explicar, de
forma sencilla y concisa, pero sigue diciendo que no se entera, es la salida
más fácil; lo emplazo para que se quede cinco minutos en el recreo (claro está,
que cuando después en el recreo voy a clase, me encuentro yo sólo, el susodicho
que no se enteraba no tenía interés alguno por enterarse); pero claro, las tres
niñas de la primera fila y el otro chico, que le gusta mucho la historia, se me
empiezan a aburrir, quiero atender a todos sin ser todopoderoso como Dios… Ése
quizás es el error, dedicamos nuestros esfuerzos más a atender a los que no
tienen interés alguno que a los que de verdad lo tienen.
Veo que uno empieza a decir
que faltan tres minutos para que toque y empieza a recoger, el otro le sigue…
doy una voz y les digo que hasta que yo no lo diga no se levanta nadie. Les
comento, que con esa actitud cómo quieren sacar el graduado, que es lo mínimo
que se despacha y necesario en nuestra sociedad competitiva y con seis millones
de parados. La contestación es simple, yo quiero que me metan en Diver, la otra
le responde que es más fácil por el PCPI. Claro, se han creado subterfugios
para sacar el título, un título que indudablemente se ha devaluado.
Toca el timbre y salgo con
una sensación de fracaso, necesito comentarlo con mis compañeros y, cuando
llegue a casa, con mi mujer para desahogarme y venir de nuevo mañana cargado de
paciencia y del doble de ganas por enseñar.
Por la tarde leo un artículo
de opinión que señala que el profesorado está poco preparado en las nuevas
tecnologías, que debe motivar más, que más que profesor debe ser un "diseñador de contextos de aprendizaje experto en
learning-by-doing y con una sensible
tendencia hacia la educación disruptiva y socializadora" y, entonces, ya
me da la risa, tengo las espaldas anchas, no puede afectarme. He de dejarme de entretenimientos,
me pongo a preparar las clases para el día siguiente, para que después digan
que los profesores trabajan poco y cobran mucho… Bueno, mañana es otro día
duro, pero no hay desánimo que valga, no hay tiempo para la depresión porque
estoy convencido de que con nuestro trabajo y esfuerzo podemos conseguir que
algunos alumnos salgan del difícil mundo de los primeros cursos de la ESO.
Sebastián
Merino
Profesor
de Historia
No hay comentarios:
Publicar un comentario