La Batalla de Verdún ha quedado como símbolo de la Primera
Guerra Mundial y de la resistencia francesa, que popularizaron el eslogan ¡No
pasarán! También es el ejemplo de guerra de desgaste, donde el alto mando
alemán buscaba no un gran avance sobre el frente francés, sino causar el mayor
número posible de bajas en los franceses para provocar su rendición.
La batalla fue la más larga de la guerra, pues comenzó
el 21 de febrero de 1916 y terminó el 19 de diciembre de ese año.
Los alemanes lanzaron un gran ataque sobre el sector
de Verdún con un importante apoyo artillero, avanzando lentamente y con grandes
pérdidas humanas. Sin embargo, a partir de julio los alemanes son detenidos y,
además, se abre una nueva ofensiva, ahora franco-británica, contra las líneas
alemanas en el Somme, al norte de Verdún, lo que obliga a los alemanes a retirar
parte de su artillería y fuerzas militares. A finales de año comienza la
contraofensiva francesa, con importante apoyo artillero, que hace que los franceses
recuperen parte de las posiciones perdidas. Así, al final de la batalla, las
líneas entre los contendientes, se movieron apenas algunos kilómetros; y,
aunque la batalla terminó, los combates en la zona siguieron desarrollándose
hasta el final de la guerra.
En Verdún la mayor parte de las víctimas lo fueron por
la artillería, que demostró su importancia en el resultado de la misma. Los intensos
bombardeos sobre las líneas enemigas eran seguidos de ataques de la infantería
sobre las trincheras enemigas, donde las ametralladoras, las granadas de mano y
los lanzallamas, usados por primera vez por los alemanes, provocaban una enorme
cantidad de víctimas. En esta batalla también se demostró fundamental el suministro de las
tropas francesas a través de camiones.
El número de bajas en la batalla fue de un cuarto de
millón de muertos y de cerca de medio millón de heridos por ambos bandos. Los
alemanes tuvieron un número de bajas casi similar al de los franceses, con lo
cual no consiguieron su objetivo. A pesar de este gran número de bajas, no será
la batalla más sangrienta de la guerra, pues este triste mérito corresponderá a
la otra gran batalla de desgaste que se inició en el verano de este mismo año,
la Batalla del Somme.
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