La Historia nos permite conocer el pasado, comprender el presente y mejorar el futuro

sábado, 9 de noviembre de 2013

LA MALDICIÓN DE TUTANKAMÓN

Dicen que, cuando Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón, una extraña maldición afectó a
muchos de los miembros y allegados de su expedición que murieron en poco tiempo. Hay quien lo achaca a la maldición que aparecía sobre una tablilla en la puerta de la tumba del faraón que rezaba así: “La muerte golpeará con sus alas a aquel que perturbe el descanso del faraón”. Estas maldiciones eran frecuentes en las tumbas de los grandes personajes egipcios. Otros, prefieren creer que fue fruto de una serie de casualidades fortuitas y, como ejemplo, señalan que el propio Carter no sufrió ningún contratiempo mortal  e incluso niegan la existencia de dicha tablilla; pero, ¿qué prefieres pensar tú?
Investiga en:
http://sobreleyendas.com/2008/07/20/la-maldicion-de-tutankamon/

jueves, 7 de noviembre de 2013

Algunas curiosidades del Antiguo Egipto

El negocio de los embalsamadores:
Cuando ya había escogido el modelo y había pactado el precio, la familia entregaba el cadáver. En primer lugar se lavaba el cuerpo y se procedía a la extracción del cerebro. Para ello, se le inyectaba un líquido que lo deshacía y, con la ayuda de un gancho metálico, se eliminaban los fragmentos a través de la nariz.
Las vísceras, salvo el corazón, eran extraídas por el costado izquierdo a través de una incisión. Una vez desecadas, eran depositadas en los vasos canopes. Después de coser el corte, el cadáver era sumergido en natrón durante 70 días. Cuando se había cumplido el plazo estipulado, el cuerpo era lavado y vendado cuidadosamente. Pero después de todo, los descuidados han existido desde que el mundo es mundo, ejemplo de ello es que los embalsamadores solían ser bastante descuidados en su trabajo. Algunas momias conservadas aún tienen plantas de rio plegadas en los hombros, mientras que en su interior se han encontrado desde un ratón a todo tipo de herramientas, como ganchos y agujas o un jarrón.

Las bajas en el Antiguo Egipto:
Los escribas llevaban un registro diario de obreros que faltaban a su trabajo y de las excusas de su ausencia. Un papiro escrito en el año 40 del reinado del gran Ramsés II recoge las razones de distintos trabajadores:
Neferabu faltó porque tenía que embalsamar a su hermano.
Hehnektu tenía que cuidarse del cadáver de su madre.
Uadymose se estaba construyendo la casa.
Pendua se fue a beber con su amigo Jonsu para celebrar la crecida del Nilo.
Varios obreros estaban ocupados en la fabricación de cerveza o en fiestas familiares.
Otros tenían diferentes enfermedades, habían sido picados por escorpiones o se habían lesionado. El artesano de quien más se apiadaron los encargados fue un pobre marido que tuvo que reconocer que no podía acudir al trabajo porque su mujer le había propinado una paliza durante una discusión familiar.

Cleopatra no era egipcia:
Aunque Cleopatra VII nació en Alejandría, en realidad formaba parte de una larga estirpe de macedonios descendientes de Ptolomeo I, uno de los lugartenientes de mayor confianza de Alejandro Magno. La dinastía ptolemaica gobernó Egipto desde 323 a.C. hasta 30 a.C., y la mayoría de sus líderes mantuvo su cultura griega. De hecho, Cleopatra fue uno de los primeros miembros de la dinastía ptolemaica que aprendió a hablar la lengua egipcia.


viernes, 1 de noviembre de 2013


Os invito a que leáis este poema de Gil de Biedma publicado en los años sesenta y que sigue pareciendo tan actual:


              El Roto (09/07/2007)
Apología y petición

¿Y qué decir de nuestra madre España,
este país de todos los demonios
en donde el mal gobierno, la pobreza
no son, sin más, pobreza y mal gobierno
sino un estado místico del hombre,
la absolución final de nuestra historia?

De todas las historias de la Historia
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal. Como si el hombre,
harto ya de luchar con sus demonios,
decidiese encargarles el gobierno
y la administración de su pobreza.

Nuestra famosa inmemorial pobreza,
cuyo origen se pierde en las historias
que dicen que no es culpa del gobierno
sino terrible maldición de España,
triste precio pagado a los demonios
con hambre y con trabajo de sus hombres.
A menudo he pensado en esos hombres,
a menudo he pensado en la pobreza
de este país de todos los demonios.
Y a menudo he pensado en otra historia
distinta y menos simple, en otra España
en donde sí que importa un mal gobierno.

Quiero creer que nuestro mal gobierno
es un vulgar negocio de los hombres
y no una metafísica, que España
debe y puede salir de la pobreza,
que es tiempo aún para cambiar su historia
antes que se la lleven los demonios.

Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
los empresarios de la falsa historia,
son hombres quienes han vendido al hombre,
los que le han convertido a la pobreza
y secuestrado la salud de España.

Pido que España expulse a esos demonios.
Que la pobreza suba hasta el gobierno.
Que sea el hombre el dueño de su historia.

Jaime  Gil  de Biedma